Hasta los demonios sienten pesimismo
Ficción

Cuesta encontrar una guía sobre el pesimismo.

Pero, estos tiempos son geniales. Todos están hechos mierda.

Nadie se sorprende cuando vos lo estás también.

Una vez, le pregunté a dios que dónde quedaba el infierno.

Ella no me respondió.

Me señaló todo lo que me rodea.

Si aquí estamos, y lo sobrevivimos,

¿cómo no decir que somos invencibles?

¿De ahí partimos? ¿Del dolor?

Todos aquí sobreviven.

Algunos para tener breves momentos de vida.

Pero, otros, para vivir en una valoración binaria.

Todo se convierte en un sí y un no, y se quedan en el medio.

En eso, se les va la vida.

Flotando en el éter de la indecisión.

Somos más que un punto de vista.

Aunque los chistes nos hacen reír y olvidar.

Pero, las señales están ahí. Todas.

Dicen que el reloj es como nuestro corazón.

Pero, maldito ese, no se acelera.

Moriremos antes de que el tiempo desaparezca.

Y eso está bien. Porque todo termina.

El dolor expira.

Cuando dejamos de obligarnos a justificarlo.

Al final, todo cambia, no cuando ocurre, sino cuando lo enterramos.

Lo mismo es con la caducidad del pesimismo.

Aceptás que, también, en algún momento, terminará.

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