Nunca encuentro la mejor palabra para traducir memoirs, entonces en este caso, usaré memorias. No tiene el mismo enganche, pero sirve. Amo leer libros de “memorias”, ya que nuestras vivencias tienen más valor de lo que mucha gente cree.
Plasmarlas en escrito es un ejercicio que todos deberían hacer, aunque crean que “no tienen qué contar”. Hacerlo permite conocerse a sí mismo y, de paso, conocer a otras personas. Eso sí, mejor antes de que sea muy tarde.
Las vidas fascinan, aunque estén encasilladas en una normalidad cercana. No existe mejor manera de ver al mundo, que a través de otros ojos. Un buen libro de memorias hace exactamente eso, y aquí van cinco libros que lograron cambiar mi manera de ver las cosas.
Brain on fire, Susannah Cahalan
En un viaje de negocios, me encontré con un libro cuya descripción parecía incomprensible: una mujer se despierta en un hospital psiquiátrico y no recuerda cómo llegó ahí. Recuerda que se “había sentido mal” y poco a poco, ella reconstruye un mes de locura, en el cual su cerebro caía víctima a una enfermedad inusual.
Lo que engancha del libro, aparte de una trama intimidante, sacada de una película de terror, es la eficiencia con la cual la autora describe todas las sensaciones. Cada oración es ver como el cerebro comienza a traicionarla, al punto en que ya no son una, sino que dos entes. Es más, parte de la reconstrucción de los hechos, Cahalan tuvo que hacer a partir de los videos de las cámaras de seguridad del hospital.
El libro evoluciona tan eficientemente que no es extraño leerlo dos o tres veces. En cada palabra, que Cahalan escoge con sumo cuidado, se siente el sufrimiento de alguien que cae en una espiral de locura, y nadie, excepto un solo médico, sabe cómo sacarla de ahí. Frustra y emociona; pone a prueba lo que pensábamos saber de la salud mental, y cómo se percibe en la sociedad.
I know why the caged bird sings, Maya Angelou
Podría considerarse un libro de poesía, una antología histórica de la evolución del racismo en Estados Unidos y un testimonio de primera mano sobre el abuso—de todo tipo, de poder, sexual y económico.
Se resume, en cambio, en las memorias de Maya Angelou, principalmente de su infancia en el sur de Estados Unidos y cómo tuvo que enfrentarse a la “pobreza dentro de la pobreza”, al ser de los más pobres, en una zona muy pobre. Angelou utiliza su lado poético para describir el dolor, el esfuerzo y la voluntad de seguir adelante que, por ciertos momentos, parecen ideados en su mente. En realidad no lo son, son una fotografía de lo que vivieron los estadounidenses afrodescendientes durante décadas.
Un punto fuerte del libro es cómo Angelou logra conllevar toda la adversidad, a través de una mente serena, una inteligencia que supera a su edad, y una determinación de salir adelante. Esta mentalidad, combinada con la manera atípica de contar su vida, hacen de este libro un ejercicio literario valioso.
Maybe you should to someone, Lori Gottlieb
Todos deberían ir al psicólogo. Si uno puede sacar una única conclusión de este libro es esa: todos tenemos temas que tratar y lo mejor es tratarlos. No huir de ellos. La autora es una psicóloga que se encuentra en la misma situación: decide ser paciente en vez de tratante.
Pero la evolución no sólo se ve a través de los ojos de la narradora, sino que a través de sus pacientes. En este caso, son cuatro vidas drásticamente opuestas, cada una con su tragedia y sus momentos valiosos. De cada vida, se rescata algo, para el lector y para el mundo. No es un libro fácil de leer, las situaciones de cada paciente son reales, y algunas más cerca de lo que se espera.
Lo más imponente de estas memorias es la evolución de todos los personajes, vista a través de los ojos clínicos de Gottlieb, y cómo ella también evoluciona. Demuestra, al final, que todos podemos cambiar y que no necesariamente se dará por nuestra cuenta propia.
The year of magical thinking, Joan Didion
Este es un libro particularmente difícil de leer. Didion describe la muerte de su esposo desde la perspectiva más dolorosa: su perspectiva como testigo de primera mano. Parecería que la muerte termina con el último latido, pero Didion demuestra que, con ese momento, apenas comienza.
Es un libro lento, digno de la paciencia que inyectó Didion a cada una de sus palabras. Es duro, ya que nos demuestra que morir hace ecos aunque no lo queramos y que entender el porqué se puede hacer cada día más difícil.
Pero, en esta tragedia, en esta tristeza, hay una belleza. Cuesta encontrarla, sí, pero son pocas las personas que pueden plasmar sus memorias de la muerte de una manera tan visual, tan emotiva, y a la vez tan técnica. En cada detalle, Didion reitera: la muerte no es el último latido. Ahí es donde comienza.
Educated, Tara Westover
No sé si en algún momento superaré a Educated. Lo leí dos veces, una en audiolibro y otra en físico, y en ambas versiones, logré encontrar detalles que me cautivaron. Desde la soledad de crecer en la montaña, como una tribu autosuficiente, hasta el deseo de Tara de encontrar su independencia, es una historia que parece de película. No lo es.
Conforme uno lee, llega a conocer a Westover, que no es la misma en el principio, ni en el final. Más bien, inspira a buscar el cambio. Pero frustra saber que, como ella, habrá otras mujeres que se encuentran bajo el yugo de la religión y el fanatismo, que las oprime a no poder escoger su camino. Westover demuestra que buscar su independencia le costará su familia, su ingreso, su vida pasada y que, contrario a ella, hay muchas que no están dispuestas a tomar esa decisión.
La narrativa de este libro es sentida. Cuenta desde el corazón las emociones que pasaron por su cuerpo cuando vivió aprendizajes duros, desde preguntar ¿qué es el holocausto? Hasta darse cuenta de que todo lo que había vivido era una mentira. Westover hizo una excelente labor al contar esto y que otras personas lo vean.
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